Necesito una audiometría, ¿Por que? ¿Y donde la realizo? ¿Duele?

¿Has notado que últimamente necesitas que te repitan continuamente frases o palabras? ¿Te han hecho notar tu familia o amigos que subes demasiado el volumen de los aparatos de sonido? ¿Cuándo estás en ambientes con ruido de fondo, terminas por no entender nada de lo que dicen?

Estos son los signos más habituales que nos ponen sobre la pista de que, algo en nuestra audición no funciona bien.

La audiometría es una prueba que estudia las alteraciones de la audición, evalúa que capacidad tiene una persona para escuchar sonidos  y determina la dimensión de la pérdida. Nos marca en qué parte está alterada la audición, si es en la transmisión del sonido o vibraciones (sordera de transmisión) o en la que tiene que ver con el sistema nervioso (sordera neurosensorial). Conocer estos datos será esencial para que el tratamiento sea el más adecuado a cada tipo de problema.

Para realizar una audiometría hay que dirigirse al médico que nos derivará si lo cree adecuado al especialista. Si queremos un procedimiento más rápido, podemos acudir a los centros de audición que hay en la mayoría de las poblaciones.

La audiometría consiste en una exploración de los dos oídos de manera individual. El paciente con unos auriculares, recibe sonidos de mayor a menor intensidad, a los que se responde con un gesto, hasta que llegue un momento en el que deje de escuchar; ese es el momento en el que se fijará el umbral auditivo. Este procedimiento se repite en distintas frecuencias para tener un conocimiento exacto de la audición.

Se procede posteriormente a explorar la vía ósea. Para hacerlo  se emplea un vibrador que se sitúa detrás de la oreja, en el mastoides, durante 15 minutos. Una vez finalizada, el resultado es un audiograma que representa de forma gráfica qué capacidad auditiva tiene la persona.

Esta prueba no es dolorosa, no implica riesgos y se realiza de forma habitual en las revisiones de trabajo.