En otoño es habitual encontrarnos gente paseando por el bosque con cestas en la mano. Son buscadores de setas, que aprovechan para estar en contacto con la naturaleza y llevar a su casa un alimento excepcional.
Evidentemente, quien coge setas debe saber lo qué hace para no encontrarse con la ingrata sorpresa de que no sean aptas para el consumo y sean no solo venenosas sino letales.
Se pueden hacer varias clasificaciones de setas, pero nos vamos a limitar a las más habituales.
Empezamos con:
El champiñón, por norma general es de sombrero blanco y se puede encontrar en diversos tamaños. Es muy habitual encontrarlo en el mercado durante todo el año, ya que se cría fácilmente en vivero Las láminas suelen ser ocres o marrones y de un tono más rosado cuanto más joven es.
El boletus, una de las setas más identificables y más valoradas. Bajo el sombrero tienen algo similar a una esponja y no las láminas que suelen tener otro tipo de hongos. Son setas muy aromáticas y de una textura suave por lo que son consideradas como una exquisitez..
El níscalo, muy propia de los pinares. Tienen un color naranja muy característico con manchas verdes. Muy apreciado en la cocina cobre todo para guisos.
Seta de cardo, su sombrero es marrón (de tonos claros a oscuros). Tiene un sabor dulce y su aroma es suave.
Trufa negra, como su nombre indica es negra, muy irregular y su parte externa está cubierta de algo similar a las verrugas. Es la trufa gourmet y su aroma es muy intenso. Está asociada a encinas, avellanos y quejigos.
En general las setas tienen muy bajo contenido en hidratos de carbono y grasas por lo que son un excelente complemento a alimentos proteicos en las dietas. Pero destacan por su riqueza en minerales y vitaminas. Tienen potasio, fósforo y cobre y es un excelente antioxidante.
Recuerda cogerlos con cesta y no ingerir ninguno del que no sepas exactamente si es comestible o no.