Una gammagrafía ósea es un examen que se realiza mediante la inyección en sangre de un material radioactivo que se denomina marcador, para poder ver si hay algún tipo de aumento o disminución de los huesos.
Cómo se hace una gammagrafía. En qué consiste.
Este proceso se practica dentro de una vena para que esta sustancia recorra la sangre hasta los órganos y también los huesos. Cuando la sustancia va desapareciendo, lo que hace es emitir una pequeña radiación, de tal forma que, a través de una gammacámara se puede detectar la actividad ósea que tiene el organismo a causa de la sustancia que se ha fijado en los huesos o por algún tipo de tumor, provocando que se retenga más cantidad de radiación que si no tiene ninguna actividad “anormal”.
Gracias a la gammacámara se pueden llegar a detectar:
– algún tipo de infección, afección (artritis, enfermedad de Paget, necrosis aséptica…) o de tumor
– fracturas difíciles de detectar con una radiografía
– antigüedad de esas fracturas
– trastornos óseos
Evidentemente, el paciente que se somete a este tipo de pruebas tiene una serie de riesgos al ser inyectado en su organismo un radionúcido, aunque este es en muy poca cantidad. Además de eso, quizá puede suponer una pequeña molestia la inyección o alguna reacción alérgica. Por lo demás, la gammagrafía no causa dolor, simplemente hay que permanecer inmóvil durante el proceso.
Tipos de gammagrafía
La prueba de gammagrafía se encuentra dentro de la llamada Medicina Nuclear porque utiliza radiofármacos. Además son técnicas no invasivas de la medicina que sirven para el diagnóstico.
Existen diferentes tipos de gammagrafía: pulmonar, ósea, cardíaca y tiroidea.
- Gammagrafía pulmonar: para el diagnóstico del tromboembolismo o embolia pulmonar. Se utiliza una inyección de tecnecio 99
- Gammagrafía tiroidea: En este caso se utiliza para valorar la situación de la tiroides. Se emplea la inyección de tecnecio 99 o yodo 123.
- Gammagrafía cardíaca: con esta prueba se valoran las anomalías del sistema cardíaco.