Controvertida cuestión ha sido y es todavía el uso terapéutico de la marihuana, pero según estudios realizados por distintas instituciones médicas de todo el mundo, si se ha demostrado que pueden ayudar en determinadas enfermedades, si no como forma de curación, sí aliviando sus síntomas o los de su tratamiento.
El cannabis se utiliza desde milenios atrás; para curar heridas e inflamaciones y también para fabricar telas.
En la actualidad:
En enfermos con glaucoma, se disminuye la presión del líquido en el ojo afectado.
Para aquellos que padecen esclerosis múltiple y no consiguen encontrar alivio con los analgésicos habituales, la marihuana aparece como alternativa aplacar el dolor.
En otros dolores originados en el sistema nervioso y para la migraña.
Archiconocido es su efecto para el control de las náuseas que tienen su origen en la medicación usada para combatir el cáncer y el sida. Así como su poder para despertar el apetito en enfermos de sida que tienen una alarmante pérdida de peso y masa muscular.
A la marihuana se le atribuyen además otros efectos que no tienen el mismo grado de contrastación que los anteriores, como son:
- Controlar espasmos musculares.
- Mejorar la fatiga crónica.
- Apaciguar el malestar que padecen los enfermos terminales.
- Ayuda en los cuadros de estrés y ansiedad, así como en los de depresión.
La forma de consumo de la marihuana cuando es terapéutica se hace a través de las cápsulas de Marinol que contiene THC, una versión sintética del principio activo principal de la marihuana, aunque el seguimiento de los pacientes con quimioterapia, o aquellos que necesitaban aumentar de peso por padecer el Sida, ha demostrado que fumar cannabis tiene un efecto mucho más rápido que la cápsula para paliar los efectos secundarios y permite adaptar mejor las dosis.
En cualquier la marihuana tiene sus propios efectos secundarios, a nivel pulmonar, psicológicos o incluso de dependencia, por lo que su uso debe limitarse a aquel que prescriba el médico.