El verano llega a su fin después de esas semanas de vacaciones que han servido para desconectar completamente y eliminar todo el estrés acumulado. Y tras él llega la vuelta a la rutina. No todos somos capaces de mantener un estilo de vida lo más saludable posible durante este período y por eso ganamos unos quilos de más debido al sedentarismo y el abuso con las comidas y bebidas.
La vuelta a la rutina es siempre un proceso costoso que puede crear una gran tensión si no se hace de la forma más adecuada. Lo mismo ocurre a la hora de hacer ejercicio o retomar los hábitos saludables. Por eso lo importante es la mentalidad. En primer lugar no hay que agobiarse y tener claro el motivo por el que queremos hacer ejercicio y mejorar nuestro estilo de vida. Poco a poco introducir pequeños objetivos que sean asumibles para no ver la montaña demasiado lejos y así no crear una situación negativa que a la larga terminará en el abandono de la actividad.
Una buena rutina para empezar a ponerse en forma es establecer 30 minutos diarios durante 4 días a la semana. En ellos lo ideal sería dar una caminata a un ritmo rápido, sin llegar a correr pero tampoco un paseo ligero. Si se puede estar más minutos, mucho mejor. La idea es coger el hábito de salir a realizar la práctica y a la vez quemar calorías, habituando el cuerpo.
A partir de la segunda semana se puede aumentar un día más e introducir ejercicios fáciles que se pueden desarrollar en casa como son abdominales y flexiones, haciendo 3 series de unas 20 repeticiones cada una, dejando margen entre ellas para recuperar bien. Si el tren inferior no está demasiado cansado se pueden añadir 3 series de 10 sentadillas. Es un buen inicio para recuperar lo perdido, sin agobios y a un ritmo ideal.
Tanto durante el año como en la vuelta a la rutina es importante complementar este ejercicio con una alimentación adecuada. Intentar evitar los productos grasos así como el exceso de carbohidratos. Siempre optar por productos frescos en lo que se basa la dieta mediterránea. Por supuesto, no abusar de bebidas alcohólicas o azucaradas, bebiendo agua fresca, puesto que este es uno de los aspectos esenciales para perder los kilos de las vacaciones. Lo mejor es no caer en la tentación, pero un día a la semana se puede ingerir algún capricho tanto en alimentación como en la bebida.
Cuando ya se tenga en marcha la rutina se irán notando los progresos. A partir de ahí se puede decidir apuntarse a un gimnasio donde un monitor especializado elabore un plan de ejercicio intenso que incremente el trabajo realizado o simplemente realizar actividades por cuenta propia como pueden ser ciclismo, natación o running. Estas últimas no sólo son muy completas para el cuerpo sino que además sirven como un proceso de desconexión total, ideal para relajar la mente y olvidarse de los problemas cotidianos del día a día.